Que va, es Brasil. Aquí a los andaluces se les metió en fabelas en vez de ghettos 
Lo de pensar que debido al volumen de gente que venía se tenían que hacer planes de urbanismo específicos para hacer barrios enteros nuevos para dar cabida a esa gente está sobrevalorado...
Claro que se les metió en barracas, en las del Front Maritim, los de Poble Nou, los de Montjuich, pero eso na iba a durar siempre, porque a los que llegaban nuevos había que meterlos allí, y a los que ya estaban trabajando y recibiendo su nómina regularmente les esperaban los barrios nuevos, el Clot, el Carmel, Sant Andreu, l'Eixample del Eixample, y todos los que fueron creándose en el cinturón rojo: Badalona, Sant Adrián, L'Hospitalet, El Prat, Santa Coloma, Esplugues, Cornellá, Sant Boi, Sant Just Desvern, Sant Joan Despí.
En la década de los 60 se alojó en ellos a 840.000 inmigrantes procedentes en su mayoría de Andalucía. Si eso no es un plan de urbanismo, ya me dirás cómo lo llamas.
Si quieres te pongo fotos, no sacadas de Google; basta con que salga a dar una vuelta y verás los modelos urbanísticos tipo colmena que te puedo enseñar.
Y lo peor del tema es que toda esa mano de obra que llegó a Cataluña desde otras partes de España, no venía a trabajar en emp`resas de origen catalán, sino en multinacionales y en empresas nacionalizadas, que se instalaron en España porque al Gobierno de entonces le interesaba industrializar esa zona y llenarla de españoles no catalanes, para acllar cualquier intención independentista de algunos nostálgicos de entonces. Así resultaba que cuando Franco se daba un paseo por Barcelona, lo hacía ante multitudes más numerosas que en otras partes, y le vitoreaban mucho más.
De haber llevado aquellas empresas a la otra punta de España, tan pronto se hubiese hundido la industria textil catalana, cosa que sucedió en los 70, hubiesen sido ellos los que hubiesen tenido que emigrar, porque el tejido económico basado en el botiguerismo y la burguesía en las ciudades se hubiese quedado sin recursos al haber desaparecido la mano de obra de las empresas, que les aportaba clientes a los primeros y servidores a los segundos, por lo que sólo quedarían los payeses, que continuaban manteniendo un estructura más propia del siglo XVIII que del XX.